Comercializadores, la peor plaga del mezcal: Luis Méndez

 

 

 

Las del gusano blanco, el picudo y el toro barrenador son las plagas más comunes del maguey, pero hoy la peor para el mezcal es la de los comercializadores, comenta el productor con un gesto de entre humor e ironía.

Es Luis Méndez –entre cuyas leyendas se cuenta el haber domesticado y cultivado miles de plantas del maguey silvestre tobalá en Sola de Vega, cuna de ese mezcal excelso–, siempre controvertido, siempre incómodo para los que han comercializado y pervertido indiscriminadamente la bebida de marras o, en los últimos años, han fabricado un “México imaginario” del mezcal, parafraseando a Guillermo Bonfil Batalla.

Está sentado en los portales del Zócalo de la ciudad de Oaxaca, tomando su chelita fría –de una marca comercial–, como si nada frente al plantón de los maestros de la CNTE que, en contraste, aleja al turismo,  ataviado con pantalón de mezclilla azul y playera blanca tipo “polo” con la leyenda Rojo Corazón/Mezcal –logo: un maguey, la silueta de las piernas levantadas y abiertas de una mujer y, al centro, el dibujo de ese órgano vital, refulgente de color-sangre–, su morral de cuero y su periódico doblado dentro.

La plática formal ha terminado y sale aquel comentario y otros más. Como el de la anécdota sobre su hermana –recién fallecida–, la chamana Ángela Méndez: cómo, estando un día con Isabel García Echeverría (qepd) en su galería Azomalli, platicaba con la avezada chamana “Tiernícola” y le decía –yo a ella, sin saber quién era exactamente– que un día de hace años, afuera de una librería de viejo de la colonia Condesa del Defe, conocí a una mujer zapoteca de Guelatao que improvisaba temazcales en depas y era la curandera de pintores y escritores, y la entrevisté, y me habló de Irma Jasso y su teoría de las montañas de los valles centrales de Oaxaca como una de las almas de la Tierra, y…

–Pues si soy yo, manito—me dijo esa vez–, yo soy esa curandera, Ángela  Méndez– y no parábamos de reír de las vueltas que da la vida y uno sin saberlo.

Sonríe, Luis Méndez, y cuenta su propia historia sobre su paso de la Sierra Norte a la Sierra Sur, de Guelatao de Juárez a Sola de Vega, en relación con el mezcal:

Como ingeniero civil que es, trabajaba en un proyecto para el desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), uno “de los mejores programas” en los que ha tenido oportunidad de participar, y se dio cuenta  que Sola de Vega era un pueblo que “si se le dice algo que lo convenza es muy decidido, tiene mucho carácter”.

Un día lo invitaron a una fiesta de 15 años, pero no de esas de pastel y vals, sino una en el cerro, donde el papá de la niña tenía un palenque de una olla, cuidaba un área de maguey tobalá e hizo mezcal para el cumpleaños de su hija: “ahí lo probé y me impactó el estado en que te pone”.

También se dio cuenta de la importancia que podía tener el mezcal desde una perspectiva socioeconómica, como una agroindustria que no necesita de inversiones elevadas y cuenta con un producto que la gente sabe hacer, lo cual lo motivó a iniciar un proyecto integral para la cadena productiva maguey-mezcal en el que agrupó a mezcaleros y enfrentó el problema de la casi extinción del maguey silvestre tobalá: “ahorita en la casa tenemos un agavetum de hasta 22 magueyes diferentes que dan mezcal y, aunque algunos están muy presionados por la extracción, nos hemos dado cuenta ya que es relativamente fácil multiplicarlos y que hay varias alternativas”.

 

Luis Mendez
Luis Méndez | Maestro Mezcalero

 

EL MEOLLO DEL ASUNTO

–¿Cuál es el panorama del mezcal hoy en Sola de Vega?

–Lo que está gravitando mucho allá es el gran flujo que hubo de maguey mezcalero de Oaxaca a Jalisco. Eso ha repercutido en varios aspectos: el precio de la materia prima se ha incrementado,  hay escasez, no aguda, pero no tenemos los niveles  que habíamos programado para estos años, en parte porque esa gente no sólo compró maguey maduro, sino también el que era para los siguientes ciclos, quién sabe para qué.

Bajó la producción de mezcal. No se ha dejado de hacer, pero ahorita los productores se están dedicando más tanto a la siembra como a las labores del cultivo, es decir, a plantar magueyes, desyerbar, evitar plagas y enfermedades.

Aunado a lo anterior, está el problema de que los comercializadores “siempre tratan de llevarse la mayor tajada, proponen tratos permanentes de una manera que el mezcalero no puede hacer su propia marca.

“Los mezcaleros plantan, cultivan, producen y algunos hasta envasan la bebida, pero lo que se les dificulta es el eslabón final: la comercialización. La gente que tiene capacidad para crear marcas de la bebida es la que viene de fuera, básicamente la del centro del país, la cual tiene una mentalidad no de compartir el mezcal sino de sacarle la máxima ganancia, lo que implica pagar precios muy bajos a los productores”.

–Primero ni se conocía el mezcal; luego, se le dio el reconocimiento que debía tener, como ha dicho la mezcalera Graciela Ángeles Carreño, al tiempo que se empezó a hablar de un boom, después vino la moda, y hoy promotores culturales como Cornelio Pérez se preguntan si no los mezcólatras se volvieron mezcalicidas: ¿cómo ves la situación actual en general?

–Dice un escritor español que pueblo que no bebe su vino tiene un grave problema de identidad. Nuestro “vino” es el mezcal, es el que tenemos nosotros: yo lo recuerdo desde pequeño en la casa, en Todos Santos, en cumpleaños. Mi gusto alcohólico me llevó a él y me pareció una bebida aparte.

Por eso y por el interés en la planta es que está en el asunto, dice Luis Méndez. Es extraordinaria, la planta: su capacidad de adaptabilidad, resistencia al sol excesivo; el que el resultado de su cocimiento y destilación, el mezcal, “no emborracha sino pone, como ha dicho precisamente Graciela”; también resulta muy adecuada para inhibir la erosión de los suelos.

“Hemos visto el aumento del interés por el mezcal como algo que fermenta, como la harina del pan que se va inflando, pero sin que tuviera la intensidad del movimiento de hoy. Y he tratado de ver en qué momento se dio” esta aceleración.

Unos amigos del Defe que conforman un grupo variopinto –profesores de la UAM, editores de revistas y demás–, los cuales se juntan para jugar dominó y tomar unos tragos, le dieron una clave: le platicaron a Luis que ellos palparon la caída de la calidad del tequila y empezaron a voltear los ojos a otras bebidas, hasta que llegaron al mezcal.

Otro factor se relaciona con los programas gubernamentales que introdujeron plantas de maguey en el marco de proyectos de conservación de suelos, sin que se hiciera una labor de promoción profunda, por lo que mucho de eso se perdió, aunque hubo gente que tuvo mayor visión y aprovechó la oportunidad.

“Pero yo me di cuenta que el gobierno y cierta gente que andaba en esos programas, lo que querían era identificar a dónde estaba el meollo del asunto para intervenir y aprovechar: obtuvieron una respuesta, de ahí provienen los grandes envasadores de Oaxaca, en específico, porque los grandes de verdad son los tequileros”.

A lo mejor se equivoca, expone, pero piensa que la moda del mezcal comenzó con la caída de la calidad del tequila y con los programas gubernamentales que promovieron el cultivo de maguey.

Sólo que los recursos invertidos se inclinaron a la comercialización y aunque el productor de mezcal en su comunidad tiene una forma de vivir un poco diferente al campesino tradicional, su situación nada tiene que ver con los ingresos que genera aquélla, la comercialización.

 

MEZCAL QUE SABE A BARRETA

–¿Se está corrompiendo mucho al mezcal con su comercialización?

–Cómo lo vemos allá, donde vivimos: vimos cómo se fue inflando el asunto y  que el objetivo principal de un comercializador es hacer dinero.

Platica Luis Méndez que ha visto personas que nunca habían estado en la industria del mezcal, pero que hacen diagnósticos que les arrojan que la de esta bebida es una actividad lucrativa si se maneja de forma adecuada, y que entonces le entran a la comercialización con el propósito de obtener siempre la máxima ganancia.

Por esto y porque hay una tendencia a consumir lo proveniente de plantas “silvestres”, el mezcal “se está choteando”:

“Como dicen los chilangos: ‘no mames güey, es un mezcal de un maguey silvestre’… pero resulta que por ese afán de sacar el máximo provecho, los comercializadores, por ejemplo, les dicen silvestres a los cultivados: el arroqueño es silvestre, manejan, y con ello están inventando otra clasificación”.

Otro “buen negocio que ha proliferado mucho es eso de catar mezcales –un término que no me gusta porque es para los vinos, pero bueno, funciona–, y las personas que dirigen esas sesiones dicen cualquier cantidad de cosas”, pero no que “van, les dan palmadita en la espalda al productor, medio le pagan y venden el mezcal muy bien en esas catas”.

El problema es la asimetría: “cumplimos tres semanas de limpiar un cultivo de magueyes, es una friega-friega, y cuando estoy en ello les digo a mis compañeros: ‘esos cabrones –los catadores—, en lugar de decir que «este mezcal me sabe a paja del camino», deberían decir que «este mezcal me sabe a barreta»’… es un trabajo muy duro todo esto del cultivo, la cosecha y no se diga hacer mezcal, y eso no se está reflejando en los ingresos que se reciben en el campo”.

Ahora, la situación resulta peor si se toma en cuenta que la certificación está diseñada para que pueda realizarla “gente con capacidad de poner una envasadora” en regla.

Aplican programas para la “modernización de los palenques” y entregan en eventos políticos ollas y tinas, pero nunca tocan la bronca de cómo el mezcalero puede vender bien su mezcal, señala.

“Es gente que ha estudiado, han realizado diagnósticos, saben cuál es el dolor de la industria del mezcal, pero resulta que si le duele la cabeza, le dan medicina para la rodilla”.

–¿Cuál es tu postura respecto a la Norma 199, tomando en cuenta que en Oaxaca hay denominación de origen?

–Creo que lo que el Estado quiere es incrementar el tamaño de la cuestión fiscal, habría que seguirle la huella al dinero. Lo que quieren es meter mano para que la gente se reporte, porque es un dinero que no está entrando a la hacienda, al tiempo de buscar privatizar las palabras.

“Cuando da un primer paso, el gobierno ya tiene una estrategia bien determinada y es cuestión de tiempo para que la ejecute. Me han platicado los palenqueros más viejos que hace años los fiscales llegaban a destruir los palenques con el ejército, con violencia. No sé cómo le van a hacer ahora para tener el control, porque dicen que se hace mezcal en más de veinte estados. En todo caso, resulta muy excesivo el interés de querer intervenir en la vida cotidiana de la gente”.

Renato Galicia Miguel | Nación Mezcal

3 comentarios sobre “Comercializadores, la peor plaga del mezcal: Luis Méndez

  1. Buenas tardes,me parece muy interesante la información que nos proporcionas,gracias por compartirla

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  2. Me parece que la comercialización es indispensable en cualquier industria y el etiquetar a todos los comercializadores como unos «cabrones que sólo les importa sacar la mayor ganancia» es menospreciar el trabajo de quienes nos dedicamos a promover de una forma digna y honesta el mezcal. En mi caso, si soy del centro, donde también se produce mezcal, aunque no tenga denominación de origen. Tengo una pasión por él, aunque no haya crecido tomándolo. He dedicado mucho tiempo, dinero y esfuerzo para educarme y conocer lo más que pueda del mezcal y poder comunicar su cultura incluso fuera del país y en otros idiomas. Mi relación con los mezcaleros y sus familias es una relación de profundo respeto e incluso amistad. Siempre les pago el precio justo que ellos ponen y me esmero para que la gente que no lo conoce sepa por qué es que una botella de mezcal puede valer más que una de un fino whiskey o cognac de importación. Pongo mucha pasión para explicarles el proceso de producción y del trabajo tan arduo para lograr un mezcal de calidad. Sé que es arduo porque yo mismo lo he hecho. Claro que quiero ganar dinero, de algo tengo que vivir. Lo que no mencionan en este artículo es todo el trabajo de logística que tenemos que hacer los comercializadores o los «catadores» para transportar mezcal por el país, que tenemos que dedicar tiempo y dinero a hacer estudios de mercado, conseguir locales, permisos, mobiliario, y una larga lista de gastos que pueden tardar mucho tiempo en recuperarse, si es que se recuperan . En mi caso, no he dudado en abrir botellas de mezcal que me cuestan cientos o miles de pesos para dar degustaciones a posibles clientes. Los productores, aunque me apoyan con lo que pueden, no me regalan el mezcal. Años de educación me costó el aprender otros idiomas para comunicar las bondades del mezcal a personas de otras partes del mundo como para que se me considere la peor plaga del mezcal. Entiendo que habrán comercializadores poco éticos que buscan explotar a los productores, pero no nos incluyan a todos en el mismo grupo. Recuerden que somos una parte indispensable en la industria del mezcal y podemos trabajar en equipo. No nos excluyan a los que traemos buenas intenciones, o los que traen las malas intenciones serán los únicos que queden.

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  3. El mezcal tiene dos cuestiones una que es la del placer y el negocio. Y la otra su tragedia y su historia. Apoyo al Ing Luis Méndez. Opina Filemón López Nabor.

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